sábado, 17 de octubre de 2015

El misterio del Museo Nacional de Antropología

   Como decíamos hace unos días, en México DF todo es grande, o eso me parece a mí y a mi metro y medio. Su Museo Nacional de Antropología ocupa uno de los primeros puestos de la lista en grandeza. Su majestuoso edificio se extiende sobre una enorme superficie en el bonito bosque de Chapultepec. Dentro de él, como podéis imaginar, se encuentran metódicamente expuestos un sinfín de objetos que forman parte del interesantísimo pasado y presente de este hermoso país.

La imponente Piedra del Sol
   El edificio te da la bienvenida con una sala espléndida que pronto dejas atrás para adentrarte en un enorme patio alrededor del cual están las salas con las exposiciones permanentes.

A falta de foto original de la entrada por fallo de las TIC, buenas son tostadas
   Todas las salas son dignas de ser visitadas, por supuesto, aunque para ello se necesitan unas cuantas horas. De todas esas horas disponía yo, pues la cita con la prima no sería hasta bien llegada la tarde. Y así, una por una, fui descubriendo TODAS y cada una de las salas, hasta dar casualmente con el mayor hallazgo que una marbana de corazón podía haber encontrado en cualquier museo, pero más en este, a 9000 km de Vezdemarbán. En la sala J, la de los Nahuas- el grupo indígena más grande de México- justo después de haber visto un telar de pedal como los que imagino que hubo ataño en las casas de muchos marbanos, voy y me encuentro esto en una vitrina.


   Los marbanos lo habréis reconocido pronto, tal y como yo lo hice; al resto, os lo explicoteo seguidamente. Se trata de unos tejidos que hasta hace unos años se han manufacturado en Vezdemarbán. De hecho Gregorio, mi suegro -creo que es la primera vez que le llamo así- que ha sido tejedor toda su vida, al ver una foto que  le enseñó Javi -novio mío e hijo suyo- , enseguida exclamó "Son los que hacía yo, incluso los colores". Y es que la similitud es tal que desconcierta. Pero lo que llama la atención aún más es esa cinta que decora el bajo de la falda negra que hay detrás de esos tejidos. ¡Es la bandera de Zamora! ¡Sin lugar a dudas! La conocida como Seña Bermeja. La miré y la remiré y la volví a mirar. No daba crédito a mis ojos y finalmente sucumbí a la realidad. Era ella.


   Bien es cierto que los colores de la bandera de Zamora coinciden con los de la mexicana, pero no así su disposición. El número de franjas rojas y verde de la Seña Bermeja, ocho más una, es el mismo que el de la cinta del bajero de la falda, un hecho que no me ha quitado el sueño pero que me ha dado mucho que pensar. 

   Y este es el misterio del Museo de Antropología de DF. El descifrador que lo descifre, buen descifrador será. Yo no sé lo que haréis vosotros, pero yo ya ando en ello.

Nota: Puedes encontrar la leyenda de la Seña Bermeja en el artículo Bandera Roja contada con mucha habilidad por Paco Molina.

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