jueves, 12 de noviembre de 2015

Y con esto y un bizcocho

   En México nos hemos sentido como en casa. ¡ O mejor aún! La primera palabra que recuerdo nada más pisar aquel país fue la de "Bienvenida" y esa misma palabra ha sido repetida constantemente durante  todo el viaje. Y es así, sin más, como me he sentido en todo momento: bien venida y bien hallada. Con lo sobresaltado que fue el comienzo de este viaje aquel martes y 13, el resto ha ido sobre ruedas; no hemos tenido ningún percance, ni un mal gesto ni una mala palabra de nadie. Aún puedo ver nítidamente las sonrisas de muchas de las personas que nos han ayudado en estas semanas. ¡Gracias a todas ellas!

   Pero ya ha llegado el momento de decir hasta luego en el blog. El trayecto por México finalizó hace ya unos días, aunque el viaje continúa por tierras castellanas tal y como vaticinó la prima en su primera entrada de este diario de abordo. Lo que no puedo concretar es cómo seguirá. De momento lo único que está claro es que uno de los sueños de los que hablaba la prima hace ya más de un mes se ha cumplido... el de ir a México "en busca de cacao: del fruto, del proceso, de sabores, de técnicas, de contactos y de la experiencia vital y gastronómica del chocolate". Los demás, espero que estén por cumplirse.

¡Brindo contigoooooooooo! ¡Salud!

  

  

lunes, 9 de noviembre de 2015

LA RIFA de Coyoacán

   En  nuestra última tarde en DF, nos fuimos a quemar los últimos cartuchos a Coyoacán, la colonia de nuestra amiga Frida y de la chocolatería La Rifa de Daniel Reza. Nos habían hablado de él en San Cristobal de las Casas, volvimos a oír su nombre en Tabasco, asi que no podíamos dejar pasar la oportunidad de ir a conocerle.

Acogedora chocolatería

   Este jovencísimo güero nos dió, al abrigo de su chocolatería, toda una lección de convicción y de buen hacer. Él es el artífice de la elaboración de una gran variedad de chocolates de una calidad extraordinaria realizados con cacao 100% natural, orgánico y de características cuasi únicas.


¿Su sabor? Nada que ver con lo que nos venden al otro lado del Atlántico

   Charleta por aquí, charleta por allá - como si de un hechizo se tratara- para volver a darnos cuenta de lo pequeño que es el mundo, de lo interesante que es el cacao y su primo el chocolate, de la importancia del trabajo bien hecho y del mantenimiento y divulgación de lo tradicional. Para ello, todos los años desde hace tres, dedican un fin de semana de los largos al Festival Artesanal de Cacao y Chocolate. Daniel, junto con algún otro entusiasta de estos alimentos, fue uno de sus creadores. Este año tuvo lugar el fin de semana antes de nuestra llegada. Y menos mal, pues hubiéramos revolucionado aquello con nuestros deseos de saber y sabor.

Imagen tomada del Facebook de La Rifa Chocolatería

   Asi que ya que teníamos enfrente a uno de los organizadores de este festival, aprovechamos a lanzar preguntas sobre el mismo que gustosamente fueron respondidas. Como todas las demás. Y fue casi sin darnos cuenta que al salir de este agradable encuento ya en la calle era de noche... sin embargo, no era tarde. Como no lo fue el haber esperado hasta el último día para conocer a Daniel y su proyecto "neta", lo que aquí definen como justo y comprometido.


Autobuses-avión y otros transportes

   Al igual que Willy Fog en su vuelta al mundo en 80 días, nosotras hemos tenido que hacer uso de muchos medios de transporte aunque ninguno de la categoría de los elefantes en la India, los camellos en Egipto o el globo que el famoso león y sus amigos, precisamente, utilizaron en México.

   Para salvar las distancias de este gran país, principalmente nos hemos movido en camión - seguro que más de uno nos ha imaginado haciendo auto stop-. ¡Que noooooo! ¡Que aquí los camiones son los autobuses! mejor ahora, ¿verdad?. En realidad nosotras los denominamos autobús-avión puesto que guardan mucha similitud con estos últimos: facturas equipaje y te dan un resguardo para que recojas el macuto en destino, los espacios entre los asientos son amplios, la parte superior donde se guarda el equipaje en la cabina del avión se cierra de la misma manera, al inicio del trayecto te proyectan un vídeo muy animado y divertido sobre medidas de seguridad, el conductor -a modo de piloto- se presenta y da indicaciones del trayecto, un vendedor - cuán azafato- te ofrece avituallamiento para el camino y un policía hace una grabación, uno por uno, para seguridad de los viajeros. ¿Que esto último no pasa en los aviones? ¡Tiempo al tiempo! Que en cuanto se enteren los del país que primero te llama y luego te asusta, se ponen todas las aerolíneas a sus pies y nos obligan a sonreir a la cámara antes del vuelo.


   También hemos echado mano de los colectivos, esas Vanettes que recorren trayectos no muy largos y a módico precio. Muy seguras no son, pero prácticas un rato... Sin ellas te pasarías medio día en el alojamiento o caminando.


Al fondo la furgoneta, como parte de una bonita estampa con una afanada artesana y otra que no tanto

   Pocos taxis hemos cogido. No se puede coger cualquiera. Hay que buscar los taxis "seguros" que se pagan en una taquilla antes de montar en ellos. En localidades pequeñas puedes cogerlos en las paradas pero es aconsejable que preguntes el precio antes de subirte en él. Éste suele ser uno de esos momentos en los que a la prima le gusta practicar acento mexicano.



Taxi y medio

   El metro ha sido uno de nuestros aliados en DF. Económico y práctico a partes iguales. Muy curioso nos ha parecido que en horas punta haya unos vagones reservados para mujeres y niños. Discriminación positiva en estado puro.


   Trenes no hay en México, excepto un par de ellos en alguna zona turística y remota, y no será porque no les vendría bien. Todo un mercado potencial para los del AVE. 


En uno de éstos no nos hemos montado... ¡aún!

   Y es así, dando ideas para contribuir con la recuperación económica de nuestro país, que concluimos hoy esta entrada en el blog.
   

domingo, 8 de noviembre de 2015

Cerrando el círculo

   El círculo se cierra aquí, volviendo a la casilla de salida. Cuatro días en México DF con muchas cosas aún por hacer.

   En primer lugar quería volver al Museo Nacional de Antropología para intentar aclarar el misterio de los tejidos y de la bandera de Zamora -véase entrada El Misterio del Museo Nacional de Antropología-. Mi intento vía e-mail había, de momento, sido ignorado por lo que sólo quedaba una opción: insistir in situ. Asi que metro pá quí metro pá yá allí me planté. Alguna nueva pista me dieron pero aún estoy pendiente de alguna que otra aclaración y dato. Las cosas de palacio, que van muy despacio. Y las de las investigaciones, ya ni os cuento.

Entrada del Museo. ¡Os la debía!

   Por otro lado queríamos visitar también las ruinas de Teotihuacán con sus magestuosas pirámides del Sol y  de la Luna. Este yacimiento arqueológico a apenas una hora de DF en bús, supuso una de las mayores ciudades de Mesoamérica, alcanzando en su momento de esplendor los 10 km de extensión y 30.000 habitantes, y fue uno de los centros religiosos más importantes... en lengua náhuatl Teotihuacán significa "lugar donde los dioses han nacido". Está todo dicho.

La iluminada al fondo es la de la Luna y la de la derecha con una hilera de hormiguitas sobre ella, es la del Sol.

   Creo que elegimos el peor día de la semana para visitarlo, el llamado aquí domingo familiar, pues había hordas de gente, lo que se tradujo en colas y más colas a la hora de subir y bajar la Pirámide del Sol. Imposible salir sola en la foto, a menos que te la hicieras hacia el cielo. Aún así fue una experiencia espectacular y diferente a la de las anteriores piedras, como lo calificaría la prima. La subida y bajada de las pirámides nos brindó momentos entrañables...

Y la prima, animando a la señora ¡ por supuesto!

   Y otros muy graciosos de los que no tenemos instantáneas pero que intentaré describiros aquí lo más fielmente posible... momento "Contigo al fin del mundo", subiendo aquellos enormes escalones bien agarraícos de la mano de la pareja sin soltarse ni para rascarse; momento "No sin mi hijo", infinidad de bebitos tapados con mantitas calentitas estaban allí con sus padres a los que no les daba ninguna pereza ir con ellos en brazos pirámide p'arriba pirámide p'abajo; momento "Escalador", subiendo los tremendos escalones ayudados de pies y manos - entre esos estaba yo-; momento "Glamour" en los que más de una despistada confundió Teotihuacán con la semana de la moda de algún lugar del mundo. ¡A todos nos puede pasar! Bueno, a mí no.

Avisados estábais ;-D Eso sí, ande yo caliente... ni una gota de agua me tocó

   En el yacimiento había un par de museos. Sólo visitamos uno de ellos en el que leí este fragmento que creo que explica muy bien la visión que a día de hoy tienen los mexicanos sobre la muerte:

   " Los teotihuacanos preparaban los cadáveres para su inhumación en forma de bulto mortuorio, envolviéndolos en mantas o atándolos y posteriormente los amarrbanan con fuerza para conservarlos flexionados. Esta tradición posiblemente se debía a una creencia mítico- religiosa: al depositar así sus entierros sobre la tierra, ésta era capaz de volverlos a engendrar; para este pueblo, como para los demás grupos mesoamericanos la muerte no era más que el paso de una forma de vida a otra igual."

   La canción Una cruz de madera en el disco Balas y Chocolate - guiño, guiño- de la mexicana Lila Downs, también nos ayuda a entender un poco más sobre cómo se toman la muerte los naturales de este país.

   Los últimos días en DF dieron para visitar MUCHO- Mundo Chocolate- el único y relativamente reciente museo especializado en este tema en la capital del país cuna del cacao. Un rincón de la ciudad que dedica espacio a partes iguales a la historia y naturaleza del cacao y al chocolate, con una zona de degustación, otra de talleres, un obrador y una tienda. Lo que se dice el paraíso.

 

 

jueves, 5 de noviembre de 2015

Puebla de los Ángeles, de las piedras y de los amigos

   La vuelta a Puebla marcaba el principio del fin. Habíamos casi agotado las aventuras cacaoteras, aunque aún nos quedaba un as en la manga, pero ahí nos encontramos con parte de los amigos que habíamos hecho por el camino. María sacó el chocolate del pueblo y se marcó una chocolatada que dejó embobados a todos. Así estaba Ramiro, uno de los dueños del hotel, que no acababa de dejarnos marchar. También nos llevó a una chocolatería en el zócalo de Cholula, donde tomamos un rico chocolate a la mexicana, líquido y con muchas variantes. Mi favorito: con chile. En este viaje me he dado cuenta de que la tolerancia al picante se puede entrenar y mejorar, hasta llegar a echarlo de menos. Yo, cualquier cosa menos dejar de comer, hay que joderse.

Chocolate mexicano en preciosas tazas de barro oaxaqueñas y en lugar de cucharilla, un molinillo
La mini pandi: María con el cazo de chocolate, Tomás (zamorano), Ramiro (esposo de zamorana), Josepo (gallego) y Jorge (mexicano que adora España, ¿eso cuenta, no?)
    Y más piedras (¡si es que no encuentro fin para las piedras!): esta vez en la pirámide de Cholula, que ostenta el record de tener la mayor base del mundo. Se puede recorrer parte de su interior por túneles frescos, muy frescos, que se bifurcan y te descubren que eso era casi como un laberinto. Y largos, muy largos... que cuando ves de nuevo la luz te entra una alegría...

Yo no he visto las de Egipto, pero estas ya me producían bastante claustrofobia
Ea, qué remona estoy ahí, con la Iglesia de los Remedios "meando" la pirámide
   De un salto nos plantamos en Atlixco, una pequeña ciudad cerca de Puebla que tiene un zócalo verdaderamente encantador: temperatura ideal, ambiente animado, sombras y bancos para descansar, y unas calles aledañas muy interesantes.

Puerta interior del ayuntamiento, que da al patio interior. Preciosa


Manto de flores en la acera, visitable desde una plataforma y con el cartelito que te daba una idea de lo que tenías que ver
   La inmensa ciudad de Puebla nos pareció esta vez mucho más acogedora de la mano de Celia. Comimos con ella en el famoso Royalty del zócalo, comida típica tan rica como esta:

Chalupas poblanas
El auténtico mole poblano, riquísima salsa sobre pollo
Mixiote: una carne cocinada en papel de horno y acompañada por una tostada con guacamole
   Y ya se sabe que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Gracias a todos los amigos que nos acogieron en el estado de Puebla, a quienes esperamos ver pronto comiendo chorizos y chocolate en la provincia de Zamora. 

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Divino tesoro

   Famosas son las coloristas iglesias mexicanas a nivel mundial pero hasta que no las ves en vivo y en directo no te puedes ni imaginar hasta qué punto son llamativas y divinas. Por fuera y por dentro.

Catedral de Oaxaca de tiros largos para la celebración de la festividad del Señor del Rayo.

   Algunas de ellas ya han aparecido en el blog y otras os las acercamos ahorita mismo para vuestro regocijo.

Parroquia de Santa María de la Natividad en la localidad de Atlixco, al suroeste de Puebla
También en Atlixco
¿La Feria de Abril? No. La entrada al atrio de una iglesia de cuyo nombre no puedo acordarme.
Esta es la iglesia cuyo nombre desconozco. La fachada está cubierta de azulejo, muy castellonense ella

   La fusión de la religión católica y las creencias indígenas en México está presente en sus templos, en los que conviven ambas visiones, ambos universos bajo el mismo techo. Convivencia que no es tan fácil de ver por lo que o bien sabes leer entre líneas o cuentas con la ayuda de un buen guía que te sepa explicar los simbolismos indígenas que allí dentro se albergan. La mayoría de la veces ese guía es un parroquiano que conoce al dedillo su iglesia, secretos incluidos, y va y te lo cuenta.

Ese es el caso de la maravillosa iglesia de Santa María de Tonantzintla, Puebla

   La devoción aquí es mucha y los templos se llenan a las horas de misa con gente de todas la edades. Igualito que en España, vamos. Las campanas por su parte son tañidas muy a menudo, como queriendo recordar a sus feligreses sus deberes y citas con la religión. Y a nosotras su presencia y su arte divino. Divino de la muerte.

Iglesia de Santa Lucía en San Cristóbal de las Casas. Abajo su interior


martes, 3 de noviembre de 2015

Palenque, donde los mayas perdieron el sombrero

- María, ¿me toca a mí hablar de las ruinas otra vez?
- sí, de Palenque
- uf... siempre me tocan a mí las piedras... Que no es que no me gusten, que me gustan, ya lo he dicho antes, pero es que no les acabo de coger yo el tranquillo.

   Día de Muertos es una fiesta grande aquí en todo México. No sé yo si los españoles tenemos una fiesta tan acordada por todos como ésta, a parte de la Navidad.

   Tras visitar los cacaotales y a punto de ser 1 de noviembre, decidimos salir pitando de Tabasco y viajar hasta las ruinas de Palenque, a tan solo 2 horas de Villahermosa, pero de vuelta al estado de Chiapas.

   Palenque está en plena selva, junto a una pequeña ciudad que recibe el mismo nombre. No hace menos calor que en Villahermosa y hay exactamente los mismos mosquitos. Si sumamos los días, hemos estado 6 enteros bañadas en repelente antimosquitos y, a pesar de eso, alguno nos picó. Dicen que la chinkunguña tarda unos 12 días en manifestarse. Toquemos madera.

   María, que no está acostumbrada al calor, estaba en un constante estado de cataparia, resignada a embadurnarse de repelente de la mañana a la noche y de crema solar protectora, y pegada a una botella de agua o sus variantes. Nunca antes la había visto tan fuera de lugar, pobreta meua.


   La primera noche se nos ocurrió dormir en un hotel de la selva, pensando en la tranquilidad y el exotismo del lugar; no contábamos con que era festivo y la gente estaba tomando tequilas y bailando, y con que en la selva hay animales. Desconcertadas nos quedamos al escuchar durante toda la noche a los monos aulladores propios de la zona. Y para rematar, todo esto sin wifi. "Bueno, ya hemos hecho la experiencia de la selva, volvamos a la civilización"; y cambiamos este hotel por uno en el pueblito.

   Las ruinas de Palenque son mayas; de los mayas de toda la vida. Como todas estas cositas, la parte al descubierto y visitable es mínima comparada con la que se encuentra todavía cubierta por la selva. Que digo yo que menos mal, porque si no tendrían que comenzar a construir hoteles en las zonas arqueológicas para quedarte 2 o 3  días y que te diera tiempo a ver todo.




   Superadas las 3 horas de calor y humedad caminando por la selva entre piedras, María me lleva como poseída por una atracción fatal hacia el cementerio. Acepto porque es 2 de noviembre, festivo en México, y día en el que puedes encontrar a todo el mundo en las tumbas de sus seres queridos rezando, charlando con ellos y con otros familiares que los acompañan, y comiendo la comida favorita del muerto, la cual han dispuesto sobre la tumba junto con flores y velas.

   Y si esto no te parece asombroso, espera a ver el estallido de color y la disposición del cementerio.




   No quiero dejar de mostrar los numerosos altares que hemos visto en todas las ciudades que hemos visitado durante estos días. Verdaderos santuarios, creativos, elaborados, hechos con mucha dedicación y sobre todas las cosas, color.

Altar de ADO (empresa de autobuses-avión) al Chavo del Ocho


Junto a una preciosa catrina